sábado, 14 de enero de 2012



"Nomofobia"[1] urbana y la percepción objetual

No, no, no, no, no, no, no puede ser, nooooo! No puedo chequear mis mails, no puedo mandar mensajes de textos, nada funciona hoy. ¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Es culpa de mi nuevo Smartphone? ¿Qué noticias importantes me estaré perdiendo? Creo que no puedo trabajar en esta situación. A lo mejor si vuelvo a chequear ahora internet funciona…No, no, no…

La nueva fobia urbana "nomofobia", es un síntoma mundial que está adquiriendo cada vez más adeptos. El sentimiento del "vacío social" producto por la incapacidad de estar conectado en ciertos momentos a las redes sociales abunda cada vez más entre la población. ¿Cómo controlar la obsesión de querer y no poder ser parte de la comunidad virtual? El reciente caso de la caída de los BlackBerrys que sucedió en todo el mundo durante un par de días del mes de Octubre de 2011, refleja perfectamente la nueva fobia que impera en el nuevo siglo. ¿Pero cómo influiría esto en la ciudad y en el ciudadano? Si se toma como lo "real" a lo que se observa a diario por medio de las pantallas de los dispositivos, es posible comprender que cuando ello no ocurre, comienza la desesperación y obsesión por tener acceso a la red y no poder ver la realidad. Estos nuevos productos están produciendo que la gente viva más alejada de su contexto físico, la calle, la ciudad (intercambio social) serían sin dudas las más perjudicadas. El ser humano se está desconectando paulatinamente de la ciudad y de la vida social a causa de no poder despegarse de esos perversos aparatos. En vez de disfrutar del cielo, los árboles y la arquitectura de la ciudad, toda la vida parece estar transmitida a través de estos aparatos. Es posible que todo vaya muy deprisa por medio de las múltiples conexiones virtuales, pero lo concreto es que no sabemos hacia dónde nos dirigimos, ni con quién y cómo nos relacionamos. Tampoco estamos plenamente consientes de cómo nuestra vista perceptiva de las cosas se transforma año a año. La siguiente cita esclarece en parte este concepto sobre la percepción de los objetos urbanos: "La existencia comercial moderna enturbia la cuestión acerca de lo esencial. A medida que nuestros medios tecnológicos se multiplican, ¿maduramos o más bien nos atrofiamos desde un punto de vista perceptivo? Vivimos nuestras vidas en espacios construidos, rodeados de objetos físicos. Sin embargo, habiendo nacido en este mundo de cosas, ¿somos capaces de experimentar plenamente los fenómenos de su interrelación, de obtener placer de nuestras percepciones?"[2]  

Sumado a esto último, los objetos que hacen parte de nuestra vida cotidiana han dejado de tener relación con las funciones vitales humanas, y su diseño formal ya no refleja la esencia funcional. El "ser urbano" (no está referido a Gastón Pauls) se encuentra en una disyuntiva de tener que lidiar con los efectos nocivos impuestos por las nuevas tecnologías por un lado y por no perder las históricas relaciones humanas por el otro. Si el siglo XX ha sido el icono de la urbanización en detrimento del campo, ¿Ocurrirá en el XXI por medio de las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC) el proceso inverso, es decir, el movimiento de la ciudad al campo al no tener la necesidad física del contacto humano? Las nuevas ofertas laborales vía Internet abundan cada vez más en el mercado por medio de programas computarizados junto a los nuevos modos de comunicación que no dejan de corroborar la poca importancia de lo físico y lo material. El lugar de trabajo como el estudio, la oficina y hasta el supermercado están perdiendo consistencia material en la nueva era tecnológica. "Ahora tenemos una nueva generación de productos en los que la forma no tiene relación alguna con la función. Fíjate en algo como un IPhone, piensa en todas las cosas que puede hacer. En los viejos tiempos de los "productos analógicos", los no digitales o electrónicos, algo como una silla o una cuchara, la forma se relacionaba con su función, de modo que si eres un marciano que no ha estado nunca en la tierra ni ha visto antes ninguna de las dos cosas, puedes adivinar a grandes rasgos lo que puedes hacer con ellos: sentarte o comer, sólo por la forma del objeto y lo que parece. Todo esto ha sido aniquilado por el microchip, de modo que los diseñadores se están apartando de la cultura de lo tangible y lo material hacia la creciente cultura de lo intangible e inmaterial, y esto impone una enorme cantidad de tensiones y conflictos en el diseño." [3]

Para concluir con este pequeño artículo, quisiera mencionar que el gran problema de los productos generados por las nuevas tecnologías, es un tema que se está investigando en diferentes especialidades sociales, no solamente en las áreas del diseño y el urbanismo. Lo virtual y lo intangible producto exclusivo de la era de la globalización estarían tomando el control absoluto en este comienzo de siglo, dejando de lado lo material y por ende debilitando lo "local" de cada lugar. Las ciudades cada vez se parecen más entre sí por medio de objetos repetidos sin importar el contexto en el cual se sitúan (autopistas urbanas, centros comerciales, aeropuertos, barrios cerrados, torres de oficinas), pero el ciudadano paradójicamente, se identifica cada vez menos con el lugar donde habita y con sus conciudadanos.  



[1] El prefijo "nomo" viene de No-mobile (no celular en inglés) según una reciente investigación de un grupo de  psicólogos españoles sobre los efectos nocivos de la nueva tecnología celular.     
[2] Steven Holl en Cuestiones de percepción, fenomenología de la arquitectura. Pag.8
[3]Alice Rawsthorn, Design Editor, International Herald Tribune en el documental Objectified de Gary Hustwit



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